6/03/2007

El espiritu de las Danzas Afroyorubas

Antiguas y eternas Danzas de los Dioses, fueron introducidas en América por los esclavos negros. En los Navíos Negreros no solo viajaban hacinados hombres, mujeres y niños... También venían con ellos sus creencias religiosas, sus ritos, sus Orixás, o ángeles creados por Dios ( a quien los Yoruba llaman Olodumaré), para ayudarle a gobernar el mundo. Así, los Orixás también vinieron a habitar estas tierras, se recrearon, se transformaron para asistir al pueblo negro en su viaje de noche y espanto... Las Danzas de Orixás que hoy en día practicamos, son recreaciones artísticas y estilizadas de las danzas sagradas religiosas pertenecientes a la Religión Tradicional Africana. (RTA), mas precisamente la religión del pueblo Yoruba, originario de lo que hoy llamamos Nigeria y Benim, en África Occidental. El pueblo Yoruba, que constituye una Nación, es una de las tres tribus principales del actual territorio de Nigeria, junto a los Igbo y a los Ahussas. Tienen su centro político en la ciudad de Oyó, cuyo rey recibe el nombre de Alafin, y su centro religioso en la ciudad de ifé gobernada por el Ooni, líder espiritual de la Nación. Este pueblo fue en la antigüedad conquistador, por lo que ejerció una fuerte influencia religiosa sobre los pueblos conquistados, pero también supo asimilar creencias que completaban y eran afines a sus concepciones filosofo-religiosas. Fueron unos de los últimos pueblos que llegaron esclavizados a América, pero son los que mayor legado religioso nos han dejado. Para el negro, la religión es la vida misma, y sus dioses habitan entre los hombres, hasta el menor acto cotidiano tiene relación directa con los seres superiores y los ancestros, quienes son invocados, alabados y exaltados por medio de rituales, de la música y la danza. La característica principal de estas danzas, es que es “propia de los Dioses (Orixás)” es decir, dentro del ámbito místico-religioso, cuando los Orixás “bajan” a tierra y se manifiestan en el cuerpo de sus fieles, bajan para alabar a Dios, y el modo en que lo hacen es simplemente, danzando. Cada uno tiene su energía particular, que se traduce aquí en la tierra y entre los hombres, con un toque de tambor que le es propio a ese Orixá, y se acompaña con determinados pasos de danza. Lo que se representa, son mitos y leyendas, los sucesos que ellos vivieron en el cielo( Orum) y aquí en la tierra (Ayé). Los Orixás, son Las Fuerzas Vivas de la Naturaleza es decir, la energía del mar, del volcán, del viento, del sol. Si bien se los representa con características humanas, los mitos y leyendas no hacen sino, contar en parábolas las relaciones que tiene entre sí las diferentes energías de la naturaleza y la interacción con los hombres. Por esto, se distinguen danzas y toques de fuego, de aire, de tierra y de agua. La principal destreza a desarrollar es justamente reconocer estos diferentes toques para danzarlos con los pasos y gestos que le corresponden. Podría decirse, (y sinceramente creo que es el trabajo más arduo pero al mismo tiempo el mas gratificante) que el fin último de estas danzas es llegar a bailar el Xiré o Rueda de Orixás, con la energía acorde a cada elemento, sin sobresaltos, sin tensiones, pasando de un estado emocional y corporal a otro completamente diferente, con naturalidad, pero siempre aplicando la energía correspondiente. Así, en esa Rueda irán pasando uno a uno los Orixás, envueltos en su magia, en sus misterios: Exú, el Primogénito del Universo, el Dinamo que genera la energía para que el mundo siga en constante movimiento, dará paso al guerrero Ogum, que es el hierro que se esconde en las entrañas de la tierra, la energía masculina que abre caminos y simplemente “realiza”. Es el esperma que entra con fuerza en el óvulo para crear vida, el ingeniero que construye caminos para la comunicación humana, el metal que facilita las labores y el progreso humano. También se encuentran las energías femeninas, como Yemanjá, quizá la más conocida de todos los Orixás. Ella es el mar, y su danza reproduce el movimiento de las olas, de las mareas fuertes, o del mar en calma. Iansa, cuyo cuerpo físico es el viento, y tiene una danza rápida, nerviosa, sensual y alucinante... Nadie puede resistir quieto el toque de Iansa, nadie puede no desear despegar sus pies de la tierra como ella y entregarse al ritmo con igual pasión y encanto... Estas danzas tiene mucho de “representación actoral” pues no basta con conocer la técnica y las coreografías, sino que el bailarín tiene que llegar a “ponerle alma a su personaje” En las danzas africanas, el bailarín se hace dueño del espacio, se hace protagonista y centro de la reunión, intentando recibir el reconocimiento y el festejo de todos los participantes. Danza con todo el cuerpo y a la vez, cada parte del mismo puede llegar a responder a un tambor diferente. Son comunes los “duelos” entre el bailarín y los tamboreros, en los cuales se entabla un “diálogo” entre ambos, hablándose, respondiéndose y desafiándose mutuamente. Siempre se baila descalzo, pues el contacto con la tierra es fundamental. La tierra representa los ancestros, y es honrada por ser el sustento y madre de todo lo que existe. Muchas veces, el bailarín danza manteniendo su plexo solar inclinado hacia el suelo, en una reverencia a la tierra., mostrándole respeto y gratitud. Es un trabajo que exige una sana curiosidad por aprender cada día más sobre los distintos Orixás, pues cuantas mas narraciones mitológicas conozca el bailarín, mayores herramientas tendrá para darle vida a cada personaje, paciencia para desbloquear movimientos que están dentro de nosotros desde tiempos remotos pero los hemos olvidado, y sobre todo un profundo respeto hacia la cultura Africana y sus mitos. Dice un poema de Birago Diop, escritor Senegalés: Escucha más seguido A las cosas que a los seres: La voz del fuego se oye, Oye la voz del agua. Escucha en el viento El arbusto en llanto... De eso se trata, de restablecer lazos primitivos y sagrados de comunión con la naturaleza, con los dioses, con nuestra más pura esencias humana que encierra la esencia divina, pues la energía de cada elemento es parte de nosotros mismos. Siendo hombres y mujeres mortales, tenemos dentro de nosotros cada arquetipo ( hasta Carl Yung estudió estos mitos religiosos para realizar sus estudios) que en mayor o menor grado, pugnan por expresarse, por darnos un mensaje particular para ayudarnos a entendernos mejor, a ser más plenos... Así, hoy puedo decir después de años de profundización y de un eterno aprendizaje que bailo para los dioses, porque escucho sus voces en el vaivén de la naturaleza y de todo lo que existe. Escrito por Nohemi maestra de danzas Afro Yoruba http://ar.geocities.com/pruebataijoc/igba3.5.htm

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Al reverenciar cada manifestación de la naturaleza, se establece una conexión con las entidades espirituales que habitan en ella, esto es una fuente de poder.